La Portera

Blog, Coviñas

Recogida sobre una revuelta de la N-330 dirección a Los Pedrones, dicen que debe su nombre a una antigua casa de labor propiedad de una religiosa del Convento de San José de Requena que se la conocía por ese sobrenombre.

Texto: Rubén López Morán. Fotografía y vídeo: Fernando Murad y Vincent Loop.

Observo las fotografías que como sellos recogen los retratos del primer Consejo Rector de la Cooperativa Agrícola “La Unión”. Son unos rostros curtidos; trabajados por la lluvia, el sol y el viento. Algunos miran de frente; otros hacia un lado. El tesorero y el vocal nº 4 sonríen; el presidente, en cambio, mantiene un gesto contenido. Los demás entre una cosa y otra. La mayoría viste chaqueta y camisa. Con el nudo de la corbata bien hecho. Seguramente lo acabaron de colocar unas manos femeninas justo debajo de la nuez de Adán. Al fin y al cabo, estos hombres y el resto de socios fundadores de la cooperativa tenían algo de adanes. En verdad, no estaban estrenando paraíso, pero sí un presente que les asegurase un futuro. Un futuro que comenzó a gestarse en 1960.

El viajero se siente privilegiado. Este viaje Entre vidas y vides le está permitiendo si no conocer a los pioneros -salvo longevas excepciones-, sí a los que llegaron después. Hechos a su imagen y semejanza. Como el mismo paisaje que se despliega en la parte de atrás de la cooperativa. Allí sus interlocutores se lo describen con las palabras del terruño, del terroir como se dice ahora, aunque para sus actuales presidente, Carlos Haba; secretario, Luis Robledo; vocal, Jesús Cebrián, y vicepresidente, José Luis Navarro, se componga del Panderón, El Vallejo y los trozos de tierra de Los Quinches. Todo bajo la atenta mirada del Cerro Gordo. Y cubriendo una buena parte, como si de un vestido desabrochado que se deslizara sobre el cuerpo desnudo de la tierra, la viña. Que a las alturas del año en que el viajero pasó por aquí principiaba la etapa fenológica del envero. Es decir, cuando las uvas cambian de color porque ya empiezan a madurar. Las tintas bobal, garnacha y tempranillo hacia un morado oscuro; las blancas, como la macabeo, a un amarillo pajizo.

Notas en la Memoria
La Portera ofrece una de las vistas más hermosas de los paisajes del vino que engarzan las aldeas de Requena. Un paisaje que es memoria. Como las notas que se imprimieron por el Cincuentenario de “La Unión”: «La cooperativa nace así de la necesidad de sobrevivir de los pequeños agricultores, todos ellos de origen humilde, pues los grandes y medianos cosecheros quedaron al margen del movimiento cooperativo».

Un movimiento que supuso un esfuerzo titánico de aquellos a los que se llamaba despectivamente los “esgarramantas”. Hombres que tuvieron que emplear sus brazos como forma de pago para cubrir parte del presupuesto que conllevaba levantar la cooperativa en una explanada a las afueras del pueblo. Y que el epígrafe Camino hacia las obras describe magistralmente: «Como las cuentas no cuadraban ni haciendo magia potagia (…) se convino que los socios se dejarían la piel y aportarían los trabajos de desmonte del terreno, vaciado de depósitos y cocedores, cimentación, acarreo de escombro y de material, amasado de cementos y yesos y todo el trabajo rudo que no requería especial cualificación, mediante la prestación de jornales…»

En la actualidad, la cooperativa mantiene cerca de 70 socios activos. En la década de los 60 superó el centenar. Se han ido muchos, observa su actual Consejo Rector. Sin embargo, sus miembros no miran el futuro con pesimismo, aunque son realistas. El relevo generacional no se está produciendo al ritmo deseable, pero la cooperativa no ha dejado de ampliarse y de implementar las tecnologías más modernas, permitiendo así la producción de vinos de excelente calidad.

Además, produce base de cava y está pendiente de la certificación en la elaboración de vino ecológico. Y siendo una de las cooperativas más pequeñas del Grupo COVIÑAS -un año bueno llega a los 3 millones de kilos-, siempre ha estado muy comprometida con el proyecto. No en vano, Luis Robledo fue uno de los fundadores y presidente durante 18 años. Y el actual es hijo de La Portera: José Miguel Medina Pedrón.

Hay tiempo suficiente
Dicen que puedes ir caminando a todos los sitios si tienes el tiempo suficiente. Y el viajero lo tenía el día de la visita. En realidad, tenía todo el tiempo del mundo reunido en torno a las calles Mayor, de la Iglesia y Colón, y las plazas de San José y José María Viana. La Portera es considerada entre sus habitantes como una de las aldeas más bonitas de la comarca. Una comarca que aquí comienza a quebrarse entre valles recoletos y montañas cubiertas de pinos. Escondiendo hallazgos insólitos como el que revela el Museo de Ciencias Naturales de Valencia: hace 5.8 millones de años, los yacimientos de La Portera y Venta del Moro, debido a la desecación parcial del Mediterráneo, prueban el intercambio faunístico entre África, Asia y Europa, encontrándose fósiles de algunos mamíferos típicamente africanos como hipopótamos, rinocerontes y camellos. ¿Se lo imaginaban?

Lo que sí pueden imaginarse es al viajero, sentado en el bar del pueblo, junto a sus cicerones, anotando lleno de gozo otro hallazgo. Este de carácter léxico. Una palabra que remite también a un mundo desaparecido: “peñacina”. Dícese del modo de cómo dirimían sus disputas los niños de La Portera con sus iguales de Hortunas. Esto es, a pedrada limpia. Por extensión, aplíquese el término como sinónimo de pedrisco. Hoy los niños se cuentan con los dedos de una mano en ambas aldeas. Y por supuesto, ya no dirimen sus pleitos a pedrada limpia, sino jugando on-line una partida de la Play. Son otros tiempos, ni mejores ni peores. Sencillamente otros.

Aun así, muchas son las fachadas de las casas que conservan todavía los batientes de madera de los trullos. Donde se descargaba la uva para su pisado. Una prueba fehaciente de cómo toda la población estaba ligada a la viticultura. Una forma de vivir que ha tenido continuidad gracias a la cooperativa y a empresas bodegueras que se han afincado aquí. Como las de Vinos y sabores ecológicos Mª Ángeles Novella, Ladrón de Lunas y Bodegas Cueva.

El viajero no quiere acabar la visita sin recordar algunos nombres. El de aquellos que fueron el origen de todo e inicio de este artículo. Y que ahora ya forman parte de la memoria del viajero y de aquellos que lean estas líneas: Marcial Pardo Carrasco, Leonardo Pedrón Palmero, Ángel Martínez Pedrón, Orencio y Carlos Haba, Ricardo Cebrián Ramos y Germán Ramos Novella. Son los nombres de los pioneros. Nuestros héroes particulares que un día decidieron adueñarse del futuro. Inmortalizando el momento en unas fotografías de perfiles dentados como sellos. Unos sellos que simbolizan “La Unión” de los porterenses de ayer, hoy y mañana.

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